Discover Joe Hisaishi!
Vicente habla poco, pero cuando lo hace sus sentencias nos dejan perplejas. El comentario generalizado recién comidos era que ninguno teníamos malditas ganas de ponernos a lijar puertas. Y fue entonces cuando nos hizo entender porqué en la antigüead no les daban de comer a los esclavos. Con el estómago lleno debía ser difícil acarrear bloques de piedra...
Otro lunes por la tarde perdido en Ikea, solo que esta vez salí con casi 300€ menos y unas cuantas lámparas y cortinas más.
Me siento orgullosa de mi baño azul pacífico, pero no me gusta la cocina amarillo limón, así que pienso cambiarle el color por un azul hielo, aunque por la ley de probabilidades lo que sucederá es que obtendré un tono verde ácido que me provocará alucinaciones mientras pele cebollas.
Estoy tan monotemática con el piso que ya parezco una de esas mujeres que si no tienen a su pareja en la boca a cada momento creen que no demuestran suficientemente lo mucho que los quieren.
Al perro de mis nuevos vecinos le gusta el pollo. Cada vez que me siento en la terraza a comer lo tengo lloriqueando entre los barrotes. No es consciente de que a) no le pienso dar nada, no sea que por muy cariñoso que pueda parecer vea más apetecible mi mano que un trozo de hamburguesa; b) se le va a acabar pronto lo de meter la cabezota hasta mi terraza. Me gustan los perros, pero quiero infinita y profundamente mucho más a mis gatos y no consentiré que acaben en las fauces de ningún can.
Hablando de animales, hoy la tentación estaba entre ir a ver al loro de mi padre (y aunque la frase suene de lo peor, es con total literalidad porque le han regalado un pajarraco) o el deber de seguir dejando la casa en condiciones. Es asqueroso ser tan responsable, pero una es así y ha ganado el trabajo.
Las niñas pijas cada tarde a la playa y yo salpicada de pintura... Dios!!! Pero mi fortaleza será inexpugnable y ni los mosquiogros podrán entrar.