dilluns, 6 de març del 2006

Las Horas

Habrá quien, por muchas veces que la vea, por mucho que se lea el libro, por mucho que piense en ella, nunca entenderá una película como "Las Horas". Mejor para ellos. Significará que su vida es más simple y por tanto, más feliz. Yo les llamaría encefalogramas planos, pero claro, mi humilde opinión no tiene porque ser tenida en cuenta. Ya se sabe, llamémosle dios, llamémosle teoría de la evolución, big bang o en lo que queramos creer, sea como fuere, no dotó a todo el mundo por igual. Servidora es torpe para desmontar y montar cosas, siempre me acaban sobrando piezas. No, no os imaginéis que cuando cambio una rueda me sobran tornillos porque no es así. Sé donde está el "gato" y también utilizarlo, aunque mi condición de sexo débil y enclenque me juegue alguna mala pasada.

18:30 Plaza Llucmajor. Infinidad de bancos en el paseo, todos ellos vacíos. Por qué me tiene que pasar a mí? Tres representantes de la tercera edad, todos ellos masculinos, no encuentran otro sitio mejor para sentarse que justo en mí banco para hablar a voz en grito y, aunque Barbra Streisand no se queda corta, toca joderse y aguantar o levantarse y cambiar de banco. Menos mal que, cuando estoy a punto de poner en práctica la idea, diviso a Ra en lontananza y exhalo un suspiro de alivio.

Simply Beautiful. Simplemente bello. Me gusta este tipo de música. Al Green, Barbra, Frank. Una carca, vamos.

Si cada vez que me he arrepentido de haber hecho algo se materializara un reloj, no tendrían cabida en un estadio de fútbol. Hablando de balompié, necesito un carnet o un coche para poder ir al Barça - Madrid. Hasta ahora no tenía problemas, usaba los de la familia. Pero desde que en la misma se ha empezado a jubilar gente, los colores de los pases son distintos y considerarían que me conservo demasiado bien para haber cumplido los 65.

Sigamos con los relojes. De arena, de péndulo, con figuritas como los de la Plaza San Marcos o de pájaros, como los de los dibujos animados. De cuerda, a pilas, digitales, analógicos... el que vuelve loco al Capitán Garfio o el de bolsillo, que mira desesperado el conejo del País de las Maravillas; tanto da. La cuestión es poder pararlos todos. Sin ruido, sin movimiento. Parar todas las horas para arreglar una sola.
E minor - Chopin