dimecres, 18 d’abril del 2012

Resiliencia




Resiliencia. Una palabra que pocos conocen pero que resume una frase entera de esas que hemos escuchado toda nuestra vida: "Lo que no te mata, te hace más fuerte". 

Cuando en el curso de coaching apareció ésta palabra creo que a todos se nos quedó grabada para siempre. Es bonita. Psicológicamente la describen como -capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas- Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de fuerte y prolongado estrés, como por ejemplo el debido a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes naturales y a las pobrezas extremas.

Quién no ha experimentado una ruptura? la muerte de un ser querido? un despido laboral? Seguimos aquí, verdad? Eso es la resiliencia. Sobreponerse a cualquier desastre que pueda acontecernos y estar mejor preparados para la próxima vez. 

Evidentemente, no se trata solo de resistir, hay más factores a tener en cuenta. Si la pérdida de alguien te convierte en un amargado y resentido eso no es resiliencia, es transformar el dolor o la ira, o ambas, en algo negativo y perjudicial, no solo para uno mismo, con toda seguridad será peor para los demás. 

Tampoco es afrontarlo todo con una sonrisa, es imposible. Y si hay alguien que lo consigue, por favor, alejad a ese monstruo de mí porque en momentos de crisis puedo asesinar a quien intente hacerme ver las cosas de forma positiva. Es normal y saludable preocuparse, rendirle tributo al dolor y tener una rabieta. Ante todo, somos humanos (no voy a dejar de repetirlo) y nuestras emociones necesitan vías de escape. Encerrarlas a cal y canto es tan malo como expresarlas continuamente. 

Pero hablaba de resiliencia, que es lo que pasa "después de". En toda pérdida, sea cual sea, seguimos teniendo que afrontar las etapas del duelo. "Negación, Ira, Negociación, Depresión y Aceptación" Y no por mucho correr vamos a superarlo más deprisa (lo digo por experiencia). Cada uno necesita su tiempo para superar las pérdidas. En algunos la Ira se instala en nosotros como un viejo amigo, y le hacemos pagar al prójimo nuestra pérdida y nuestro dolor. Otros nos hundimos en la depresión más absoluta y nos aislamos del mundo (mi caso, por ejemplo). Debemos dejar que el tiempo transcurra y no forzarnos a superarlo todo por la vía rápida o será peor. Si necesitas llorar hazlo, si necesitas la ira para funcionar siéntela, eso sí, sin perjudicar a los que te rodean, puesto que ellos no son culpables de tu pérdida y si necesitas un tiempo de aislamiento para recuperarte, aíslate, el mundo seguirá estando ahí mañana o dentro de dos meses. 

Lo importante es sobreponerse de forma sana, que no queden esquirlas de cristales en tu interior, que las heridas estén bien cicatrizadas, porque el dolor constante es insoportable. 

Cuando superes algo, asegúrate de que sea para siempre. 

Photobucket