dimarts, 29 de maig del 2007

Tres colores: azul

Dicromasia: cuanto me rodea



Y me aislo en melodías azules para no travestir la fantasía.

Después de mantener una enconada lucha tipo pressing catch con mi ordenador, a punto estaba de formatear cuando decidí irme a dormir. Al día siguiente, por las buenas, funcionaba a la perfección. La informática y sus misterios. Es de esas cosas que pasan a la historia como grandes enigmas, lo mismo que la famosa pregunta sobre el huevo y la gallina, aunque mi teoría al respecto es que, de un cruce entre especies salieron los pollos, por tanto, primero fue el huevo, aunque no fuera de gallina.

En mi buhardilla domina el color azul. El oscuro de las cortinas, más claro el de las rayas del sofá, brillante el del mar cuando me asomo a la terraza...

Es posible que los que tienen un horario laboral no crean que, aún cuando no se trabaje, se necesiten vacaciones. Nada más equivocado. La ociosidad continuada también agota los nervios, al menos los míos. Mi abuela decía que no hacer nada, cansa y, como casi siempre, tenía razón. Cuanto más tiempo para pensar se tenga, peor.

Pero mis pensamientos giran en torno a otros derroteros. Andando en pos de un astrolabio, o tal vez a la deriva. Ahora entiendo qué significa ser un barco sin timón, ni cartas de navegación ni una miserable brújula que me señale el norte.

Una extraña simbiosis, mis sueños dentro de otros sueños. Quizá sean los tuyos y soñemos lo mismo esta noche.

Está bien, engañémonos con frases anfibológicas desvirtuando cualquier sentido que algo pueda tener, aunque seguiremos sabiendo, muy adentro, la verdad.

Dos agujas imantadas manteniéndose en pie sin despegarse.

Pero cuando abro la mano, solo hay niebla...