dilluns, 1 d’octubre del 2007

La cité des enfants perdus


Tenemos un patio de luces donde salimos a fumar. Aquí cae de todo: pelotas, fregonas, piezas de ropa... pero también se ve el cielo y las copas de los árboles de la calle. En uno de esos "recreos", al dirigir la mirada hacia arriba, me paré a observar las nubes. Unas se desplazaban despacio, encaminándose al mar, perezosas, como ausentes, mientras otras, que de allí venían, daban la impresión de querer embestir a las que iban a encontrarse por la manera de abalanzarse sobre ellas, sobrepasarlas y seguir su camino velozmente. Después de la "colisión" solo quedaron unos pocos jirones, uno de ellos adoptando forma serpentina, retorciéndose en volutas hasta desaparecer.

Esta semana ha tenido de todo. Sueños extraños presididos por la presencia del agua, un acto de caballerosidad debido al frío y mi primer cabreo monumental por motivos laborales; sin olvidar la intuición hiperdesarrollada, que suele ser normal por estas fechas, teniendo a la vista el 31 de octubre.

Es bien cierto que lo que no nos gusta de los demás es el reflejo de nosotros mismos. Observando a los que me rodean aprendo a diario. Nos preguntamos el porqué de las cosas cuando sabemos que no obtendremos respuestas, en lugar de mirar hacia delante y no perder el tiempo preocupándonos por lo que ya ha sucedido. Los ¿qué he hecho yo para merecer esto? o ¿por qué a mi? están de más. Quizá si creyera en el karma establecería una correlación entre pensamientos, palabras y obras realizadas en vidas anteriores o incluso podría retrotraerme a mi infancia y adolescencia para saber las causas y los efectos posteriores. Tanto karma, que si tus actos anteriores determinarán lo que te suceda después, cuando desde siempre hay una frase que resume perfectamente siglos de enseñanzas budistas: a cada cerdo le llega su San Martin. Pero ocurre que no creo en que todo tenga que ver con lo malos que hayamos sido, sino en malas decisiones tomadas. La vida es una línea recta que a veces se ramifica, y solo depende del ramal que tomemos en ese momento. Os acordáis de los libros que venían con varios finales? En un momento dado, tenías que escoger de qué forma actuaba el protagonista, si era A, ibas a la página 32, si era B a la 45; de ahí volvían a presentarte varias opciones y así sucesivamente. Y solo una de ellas te llevaba a un final feliz. Nadie nos obliga a tomar el camino A o B, los responsables somos única y exclusivamente nosotros. Si lo hacemos mal, nos toca sufrir las consecuencias de nuestra pésima gestión.



Hay gente que se merece una patada en el culo. Por haberlo hecho de pena, por seguir haciéndolo igual de mal y por no haber aprendido nada en el camino.



7 comentaris:

Anònim ha dit...

No sé " en qué foro" leía hace poco que se iba a proponer un concurso con el objetivo de poner en órbita a personas a través de un poderoso puntapié en el trasero.

Quizás tú podrías ser la primera catapulta humana que hiciera salir de la atmósfera al primer humaniode sin necesidad de cohetes.

Saludos de Valjean, el miserable

Kaos ha dit...

No me tientes, Sr. Madeleine, que ya puedo sentir el cosquilleo desde el músculo psoasililaco, el cuadriceps femoral y tibial anterior hasta llegar al pie (derecho, que con el izquierdo no apunto bien)para patear esas posaderas que tantos méritos han hecho.

Anònim ha dit...

mmm me dais miedo en tre el uno y el otro.... mientras no sea yo el objedo del deseo de vuetras piernas todo irá bien ;)
También me ofrezco voluntaría para encontrar unas posaderas apropiadas para tal evento!

Anònim ha dit...

Hay veces que las decisiones son correctas pero las consecuencias no nos gustan, pero no es que la decisión sea mala , es que es difícil de llevar….

Anònim ha dit...

esas bajado la guardia.

Anònim ha dit...

Jajajaja! Me gustó la conclusión.

Besos

Gattaca ha dit...

sorpresaaaaaa