dimecres, 10 d’octubre del 2007

Frecuency

Qué extraño! la palabra que más dispuesta a salir parece es velociraptor. Izo la cesta del suelo y la araña escapa buscando otro oscuro escondrijo. Por qué no tengo ni una sola composición de Nyman en el trabajo? Le doy la vuelta a los calendarios. No apetece leer. El verbo respetar. Dónde dejé la llave de las esposas?






Cuando algo se tuerce es difícil enderezarlo, por mucho que intentes utilizar martillo, tenazas o soplete. Las personas no estamos hechas de maleable cobre, sino de plomo y algunos, además, son igual de pesados. No habré visto atacar naves en llamas más allá de Orion a no ser en sueños, pero lo que sí veo a diario es la naturaleza humana y no suelo equivocarme al ponerle etiquetas, así que me regodeo cuando reconocen mi ojo crítico.

No sé, algunas veces creo que he vuelto a la guardería en la que nunca estuve (porque en mis tiempos no existían los parkings de niños), con tanta rabieta infantil suelta. Otras me siento receptáculo de deshechos, guardamuebles, urna de cenizas aún tibias. Quizá por eso no me gusta la gente, tienen la insana tendencia a depositar en el prójimo toda la inmundicia cerebral que acumulan, como si fueras una planta de reciclaje, solo que tú no lo eres y no puedes separar aluminio de cristal, orgánico o papel, empaquetarlo y darle otro uso. Bien, eso no es del todo cierto; utilidad tendrían, pero buena... la ley Miranda, tan usada en los EUA se me quedó incrustada en el cerebro hace mucho tiempo. Lo del abogado no es necesario, me acabé leyendo el código penal por no tener nada mejor que leer. Que interrumpan mi contemplación de las musarañas, el momento mágico de una canción o, simplemente, la inapetencia a vocalizar, debería estar penado por ley. O ser inconstitucional.


Una apostilla: No os perdáis la representación de la obra "Los mejores sketches de Monti Python" que representan en el teatro Villarroel hasta el 21 de este mes. Hacía tiempo que no reía tan a gusto. Solo para amantes del humor más inglés.


Como muestra, un botón. (Es lo que llevo silbando desde que salí del teatro)


2 comentaris:

Gattaca ha dit...

Querida amiga y planta de reciclaje,me encantaria ir a ver dicha obra de teatro pero la distancia me lo impide!
Ten paciencia, q ya sabes q es la madre de la ciecia...

Anònim ha dit...

Sólo los desesperados son capaces de leerse el código penal. Pero existen muestras de desesperación mucho peores: los hay que se leen las páginas amarillas y la ley de arrendamientos urbanos. Incluso leen los mensajes encriptados del papel higiénico. Por leer que no quede.