divendres, 11 d’abril del 2008

End of days



Cuando empezó mi predilección por los hombres conflictivos? Buff. Recuerdo estar hipnotizada por Keith Richards a los 15 y mirad cómo le ha tratado la fama.

Qué nefastas son las candilejas para según quién! Ser bueno sin ser humilde no sirve de nada. En mi entorno hay alguien así. Se pasa el día recordándonos lo mucho que factura para que no olvidemos lo maravilloso que es. Al final cansa dar palmaditas en la espalda...

Y eso me lleva a otro tipo de golpes, que de agasajo no tienen nada. Sumergida por completo en el mundo de las relaciones adultas, me paseo por los blogs que tienen los usuarios de esa página web dedicada al intento sin comedimiento de fornicar con cuantos más mejor. Ayer sin ir más lejos, entre la película diaria y mi hora de lectura sobre celtas, me tuvieron entretenida los insultos que se dedicaban una lectora y el creador del blog (al que llamaremos Z para no caer en la publicidad gratuita). Él venga menospreciarla (con toda la razón de su parte) y ella, erre que erre, cada nueva entrada con adjetivos peyorativos menos ingeniosos. Si está representando un estereotipo debería reciclarse porque aburre; ahora, si realmente piensa todo lo que escribe es más trágico aún por su incapacidad a la hora de salirse del guión que se ha establecido. Debe costar menos abrirse de piernas que orear ideas vetustas, supongo.

Si es que así no llegamos a ninguna parte. O son rematadamente tontas, con lo que no hay nada que hacer o son listas y van de prepotentes. Estará el término medio en el fondo del mar, como las llaves?

Y a mi quién me mandaba crearme un perfil donde lo más veraz es lo estúpida que me muestro? Ains... tener que morderme esta lengua viperina ya que supuestamente no tengo ni repajolera idea del idioma castizo en el que se expresan... Eso si, cuando visite el país que he adoptado como morada podría ir de casa en casa, como la oca del juego, porque los parroquianos se ofrecen compasivamente a acojerme en su hogar, siempre y cuando mantenga ocupadas sus partes pudendas durante un rato más o menos negociable.

Cuanto esperpento suelto...