dilluns, 13 de juliol del 2009

Los girasoles ciegos



Sé lo que es sentirse la persona más insignificante e insustancial del mundo. Da lo mismo que vayas de compras, a emborracharte con amigos o que empieces una nueva dieta a base de chocolate, porque cada noche te vas a dormir preguntándote qué hiciste mal, si podrías haber actuado de otra forma, cuestionándote una y otra vez todos los detalles y preguntándote cómo en ese momento creías que eras dichosa. Hay días en los que incluso piensas si él puede volver (belenos no lo quiera!)

Pero aunque este estado pueda parecer eterno, un buen día conoces a gente que te acepta sin reproches, sin esperar nada a cambio, así que rescatas de las profundidades tu amor propio, recoges uno a uno los dispersos pedazos de tu alma, la recompones y todo ese tiempo sombrío, ese período de tu existencia que has dilapidado parece que se disipa...

... Y decides aprovechar el momento.

Tomar ciertas decisiones es duro. Mucho. Una vez has escogido la próxima rama del árbol a la que vas a saltar, ya no hay vuelta atrás. Por eso me lleva un tiempo considerable emprender acciones sin retorno (según opinión popular, a veces, demasiado). Y cuando lo hago es para siempre y nada de lo que se pueda hacer o decir hará que modifique lo que he emprendido. Drástica? Si. He dejado suficientes cadáveres en el camino como para llenar la fosa común.

Las tormentas de verano son efímeras, el aguacero no es perenne y más tarde o más temprano, vuelve a salir el sol.

Yo soy como los girasoles...

Sunflower