dimarts, 1 de desembre del 2015

Confessions of a Shopaholic



Si hacer el amor en un Simca 1000 es difícil, comprar un ordenador el Black Friday fue misión imposible. 

Os cuento: Mi pc se ha jodido. Empezó con un sonido que no auguraba nada bueno del disco duro, como si patinara y terminó con que ni siquiera se enciende cuando le das al botón de arranque. No me quejo, ha dado un buen servicio durante muchos años, saltando de windows a linux varias veces sin oponer resistencia y al pobre ya le tocaba la jubilación. En paz descanse. 

El problema vino al intentar adquirir uno nuevo el dichoso viernes negro. 
Veo en la web que la mayor parte de las tiendas informáticas de la calle Sepúlveda y aledaños tienen suculentas ofertas con ordenadores de sobremesa y allí que me voy en cuanto salgo de trabajar. Primer contratiempo: al mediodía están cerradas. Nefasta campaña de ventas, puesto que  los pobres mortales que tienen horario comercial, cómo se las apañan para realizar sus compras si el horario es el mismo? 

Pensé -no pasa nada, me voy a grandes tiendas que seguro estarán abiertas- y me dirijo al Media Markt de Barnasud. Ouch! se les han terminado los pc's baratos y sólo les quedan los de 800€ o más. 

Sin perder la positividad me voy a Carrefour, que como también compran en grandes cantidades seguro que alguno hay que pueda llevarme.Tengo suerte, escojo uno y paso por el departamento de financiación para pagarlo cómodamente en 10 meses sin intereses. Iba preparada con mi ridícula nómina, la bolsa de Ikea para poder transportarlo en moto y kilos de ilusión. Me piden la libreta del banco y un recibo. Le digo a la señora que no, que lo siento mucho pero soy de ING, no disponemos de libreta bancaria y tampoco acostumbro a llevar en el bolso los recibos de la luz, gas o agua,  pero que le puedo proporcionar un certificado conforme soy la titular de la cuenta. Me dice que no puede ser, que tengo que proporcionarles no sólo el recibo sino una fotocopia ya hecha del mismo. Me levanté de la silla pensando en las pocas ganas que tienen de vender... luego se quejan de que si las ventas bajan, que si la crisis... 

Continuando con mi periplo me acerco a Sant Boi donde hay un Worten. Después de media hora larga esperando que el chico que atendía a las jubiladas terminara de venderles sendos Iphone 6 con sus complementarios cachivaches, nos informa que la cola para que nos atiendan está en caja. Capullo, mientras estabas viéndonos esperar, no podías avisarnos? Ahí ya empecé a desesperarme, pero como tengo más fe que el alcoyano pasé por Alcampo. Y resulta que todos los ordenadores que había, que no eran gran cosa, llevaban el nefando Windows 10 instalado. Ni loca, vamos!.

Ni así me di por vencida. En mi pueblo hay un Kyoto y allí que me fui. Pero para mi desgracia, tampoco les quedaba ningún ordenador en condiciones. 

De perdidos al río. Entré en una página web y me hice uno a medida, mucho mejor que los que había visto hasta el momento y por el mismo precio. Como no disponía de liquidez le pedí ayuda a mi padre, que me dejó su tarjeta de crédito para que pudiera pagarlo. Pero en operaciones de éste tipo necesitas tarjeta de coordenadas para poder pagar y como el pobre hombre no compra por internet, no dispone de la mencionada tarjeta.  Me voy al banco, saco dinero, lo ingreso en mi cuenta (yo sí poseo coordenadas) y lo pago. Y qué pasa? pues que en el ínterin se les han agotado algunos de los componentes que había adquirido. Si es que... pongo un circo y me crecen los enanos! 

Por fin pude sustituír unos componentes por otros y en una semana tendré un nuevo y flamante ordenador. O no, quién sabe.... 

Aún hay más. En mi casa la electrónica parece ser empática y al mismo tiempo que el ordenador se me jodió el móvil. Bueno, no el aparato sino la batería del mismo. Encargué una en Amazon que tiene como fecha de entrega entre el 5 y el 30 de diciembre (vamos, que no se mojan) y como no podía esperar tanto tiempo ya que se me apagaba cada 2 x 3 me pasé por el bazar de la plaza de la estación de Castefa. El dependiente o dueño o lo que fuera me sometió a acoso sexual, literalmente. Con la excusa de que no tenía la batería pero me la traían en pocos minutos desde otra tienda envió a la persona que estaba con él a buscarla. Fue una estratagema para quedarse a solas conmigo, porque en cuanto el otro se fue, él salió de detrás del mostrador y quiso abrazarme. Le frené en seco, por supuesto. Y después de varios minutos intentando zafarme como podía, viendo que la batería no llegaba argumenté que tenía prisa para coger el tren y me fui de allí con la sana intención de no pasar por delante del bazar nunca más a no ser que vaya acompañada por los mossos. 
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