dissabte, 15 d’abril del 2006

La sombra de la vaguedad

Pasear por una ciudad que las hordas extranjeras hayan tomado por asalto tiene una ventaja: el anonimato.
Conmemoraciones varias en Plaza Catalunya. La calle Pelayo no tan atestada como un sábado por la tarde, calle Tallers tranquila. Me marco unos pasos de baile, con la tranquilidad que da el saber que no te conoce nadie y, si por casualidad encuentras a alguien, da lo mismo. Que opinen que estás loca, y qué! Sabes a ciencia cierta que algo te desmarca del aborregamiento generalizado.
Constatas el hecho de que no existes porque piensas, existes porque vives; porque eres capaz de bailar en la calle, porque miras hacia el cielo y se te cuela una sonrisa en los labios, por tener ideas, sean acertadas o no. Y piensas. Quizá demasiado. Tal vez deberías dejar que el azar se instale un poco en tu vida.
Tiendes la ropa mientras llueve. Ya está mojada, no? Y el clima se compadece de tí y deja de llover.
Te asaltan frases, escenas de la película de ayer mientras escuchas la banda sonora. Y rememoras otras cosas. Que el mobiliario no hace la casa más cálida. El mío es metal. Si las visitas sienten el ambiente frío es porque hacen que sea así. Me basta con saber que me siento cómoda y que tengo ganas de volver cada tarde, o pasarme horas encerrada en ella.
La bipolaridad se ha dado una tregua. Añoro algo, es cierto, pero esa añoranza no hará que me lance sin paracaídas y acabe con la cabeza clavada en el suelo.
No quiero ser Caperucita ni la malvada madrastra de Blancanieves, aunque más bien interpreto este segundo rol. O quieren que lo asuma.
Sé lo que quiero.
a mí
"The imperfect enjoyment" - Michael Nyman - b.s.o. The libertine