dijous, 6 de juliol del 2006

Moralejas

Ayer cambiamos la zona de Poblenou por Santa Lali, banco incluido. Creo que las carcajadas se escuchaban en varios kms a la redonda.

Hoy irá de cuentos.

ZANAHORIAS, HUEVOS Y CAFE

Una hija a su padre, llorando: -Ya no aguanto, papá… Todo me sale mal… Soy una desgraciada…

(PADRE): - No digas eso, hija mía… Hay que tener un poco de paciencia en la vida…

(HIJA): - ¡Qué paciencia ni qué tonterías! Mis amigas están felices con sus novios, divirtiéndose… y mírame a mí… cuando se soluciona un problema aparece otro… Me rindo, papá… ya no aguanto…

El padre era chef de cocina. Viendo la desesperación de su hija, la llevó a su lugar de trabajo.

(PADRE) - Ven, muchacha, que quiero enseñarte algo… Verás, voy a llenar tres ollas con agua…Así… Ahora las pongo sobre el fuego fuerte...

(HIJA) - ¿Qué estás haciendo, papá?... No tengo hambre…No quiero comer nada…

(PADRE) - Espera, muchacha, espera un poco a que hierva el agua…

Cuando las tres ollas estaban hirviendo, el chef colocó en la primera zanahorias, en la otra colocó huevos y en la última, café. Sin decir una palabra, dejó que se cocinaran.

(HIJA) - ¿Qué estás haciendo, papá?... Yo con tantos problemas encima y tú perdiendo el tiempo aquí…

A los pocos minutos, el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las puso en un plato. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Por último, coló el café y lo puso en una taza.

(PADRE) - Hija mía, ¿qué ves?

(HIJA) - ¿Que qué veo?... Pues… zanahorias, huevos y café.

(PADRE) - Ven, acércate… Toca las zanahorias… ¿Están blandas, verdad?... ¿Y los huevos?... Rompe uno… ¿Duros, no es cierto?... Ahora… prueba el café…

(HIJA) - Está muy sabroso, papá… pero… ¿qué significa esto? No entiendo.

(PADRE) - Fíjate. Los tres elementos enfrentaron la misma adversidad, el agua hirviendo. Pero cada cual reaccionó de forma diferente. La zanahoria, fuerte y dura, se volvió blanda, se deshizo. Los huevos se endurecieron, perdieron su clara transparencia.

(HIJA) - ¿Y el café?

(PADRE) - Los granos de café, por el contrario, cambiaron el agua agresora, la transformaron en esta rica bebida que reconforta el cuerpo y el alma. ¿Entiendes, hija?

Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres zanahoria, huevo o café?... Lo importante en la vida es tener la sabiduría suficiente para convertirse en un delicioso café.

autor: MONICA BUGLIONE

Seamos café, vale, pero recordemos que primero tenemos que molerlo y después colarlo, no sea que los granos se nos atraganten y nos quede el poso con ese regusto amargo... Está bien intentar adaptarse a las situaciones y positivizar lo negativo, cuando puedes...

Este relato lo cuenta Ismael Serrano en uno de sus conciertos y lo adapta a su peculiar forma de relatar, con sentido del humor, vamos.

CARTAS DE AMOR

Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores, casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito... A ellos lo que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:

- “Bueno, ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.

Se acercó a la mesa y dijo:

- “¿Me permite?”
- “Por supuesto”

Esto sólo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general cuando dices:

- “¿Me permite?”, dicen
-“ ¿De qué?”

A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá que inventar otra historia en la que ella le dice “¿De qué?”; en este caso ella lo invito a él para que se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de que hablar, y:

-“¿y qué lees?”

Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, y ya mal, empezamos mal, muy mal, por ahí no.

-“Pues bonito día”

No, pero enseguida empezaron a profundizar, por que ella dijo:

-“Sí, la verdad es que... hace un bonito día”

- "Y aunque no lo hiciera, también estaría bien..."

Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó alguna mentira, que si era escritor y... en fin, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde, cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café al havana con coca cola.

Por entonces ya estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían gustos cinematográficos, y por eso fue que él le dijo:

- “Oye, y si vamos a ver esta..., ¿has visto La vida es bella?”
y ella:
- “No”
- “Oye, quedamos el fin de semana y tal?”
- “Vale”.

Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que él rompía a llorar en cada escena en la que salía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció, yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en los musicales, y le dijo:

- “Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”
- “Ismael ¿qué?”
- “Pero a ti, ¿te gustan los cantautores?”
- “Los de verdad me gustan, sí”.

Pero él le convenció a ella y fueron y... Cuando él empezó a cantar aquella de "vértigo", pues se atrevió a cogerle la mano claro. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.

Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que acabo de decir, pero es una buena frase.

Pero fue en aquel café en el que ella le dijo:

- “Sabes, creo que me tengo que ir durante un tiempo”
- “Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”
y ella dijo:
-“No te preocupes, porque yo estaré esperando el día en que vuelva para retomar contigo este camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos, y todo lo poco que nos falta para vernos”.

Él dijo que bueno, que vale:

-“Pero que si no te vas casi mejor, ¿no?”

Pero se fue.

Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era cierto aquello de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.

A los quince días puntualmente llegó la carta de ella, toda llena de besos y de caricias, de "te echo de menos", él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y las cartas se iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa, se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron creo que diez años, quince, no me acuerdo.

Y un día ella, sin saber como ni porqué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro.Un día él salió de casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debía esconder algún gran tesoro, grandes riquezas, ...y realmente no era. Y se llevaron la caja fuerte.

Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta que le han robado lo que más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién sabe si falsas de que ella iba a volver.

Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor, declaraciones imposibles... Hombre, el jefe de los ladrones se enfadó un poquito, porque la caja pesaba, y llevarla a la guarida no era moco de pavo.

Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de encontrar alguna carta, alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido sin saber ya qué hacer.

El jefe ladrón en un principio dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer era tirarlas al río o quemarlas, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.

Un día, nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos, aquellos momentos en los que quizá un día leería la carta en la que ella diría:

-“Pronto estaré allí”.

Esto se parece al anuncio de las natillas Danone ¿Repetimos? Ya son ganas de volver a pasar otra vez por lo mismo, total, para qué? porque llegaría un momento en que también a los ladrones se les acabarían las cartas (a partir de entonces cometerían latrocinios para sellos?) y el hombre ya no recibiría ninguna carta más.

Cuando os digan tanto que os echan de menos, no os fiéis, no será cierto.