dimarts, 3 d’abril del 2007

Cumbres borrascosas

Abril lluvias mil. A partir de ahora me tomaré los refranes más en serio, a tenor de la que está cayendo.

Dice mi agenda brujeril que, con la luna llena de hoy, debería dar un paseo bajo su benéfica luz para bendecir el jardín (albricias!!! ya tengo tres vástagos) y que todo crezca más y mejor. Será que la bruja que escribió tal consejo no utilizó su bola de cristal para echarle un vistazo a la metereología, porque existe riesgo de inundaciones y la luna más perdida que mi minifalda roja.

Con la de lavadoras que tengo por hacer!

La lluvia siempre me acaba conduciendo a la nostalgia. Serán los tonos grises, el olor dulzón de las calles mojadas, o los recuerdos que se instalan en mi cabeza cuando miro por la ventana, para acabar en el mismo lugar y momento de la historia.


Viéndole bailar, dan ganas de enfundarse el chubasquero, las botas y el paraguas y chapotear en todos los charcos que nos encontremos, verdad? No, no voy a cometer semejante desatino, al menos no a estas horas, pero mañana quién sabe...
Es increíble la forma en que pueden llegar a joderte la semana santa los de la seguridad social. Mi madre lleva dos años esperando para que le hagan una polisomnografía, y justo nos comunican hace poco que la tiene programada para el jueves santo. Cómo si no hubieran más días. En fin, que la tarde del jueves y la mañana del viernes las pasaré en el hospital. Bien mirado, es otra forma de penitencia, más o menos como ir en procesión pero sin cargar con ninguna virgen ni flagelarme.
Me despido con otra antigüedad