dimarts, 8 de maig del 2007

Campanadas a medianoche


... hago ¡Chas! y aparezco a tu lado...

Cierto es que a veces me gustaría poseer lo que se llama omnipresencia y ver lo que ocurre en lugares más o menos cercanos, porque lo de adivinar qué pasa en las mentes ajenas no está mal, solo que no se puede dominar siempre y a veces sucede que sacas conclusiones que después no se parecen en nada a lo que habías imaginado. Esos dones deberían venir con manual de instrucciones o un master subvencionado para poder sacarles todo el partido. Pero si traer un tema a colación desencadena una serie de sucesos, tampoco está mal.

No hace mucho decía que no entraba en mis planes remover el lodo para recuperar ciertos objetos. Por arte de la casualidad, o no, no solo me han puesto la ocasión en bandeja, además me han servido cubertería, cristalería y vajilla. Y no voy a desperdiciarla, claro está, como también está claro que me llevaré la katana por si acaso.

Hace años creía que conocer a una persona a la que cuidé mucho y durante mucho tiempo, hasta que un día abrí los ojos y comprendí que nos estaba tomando el pelo (de muchas formas) a todos los que nos desvivíamos por ella y no solo eso, sino que se dedicaba a sembrar la discordia entre el grupo. A partir de ese momento, que podría considerar uno de los más lúcidos de mi existencia, me alejé por completo de su vida. El resto de nuestro entorno, aún sin saber los motivos que me habían llevado a tomar tal decisión, me juzgó y condenó por ese hecho; con una excepción y, al igual que a mí, la apartaron de sus proyectos. Aunque me parece injusto el efecto que provocó, no lamento la determinación que tomé, es más, volvería a actuar de la misma forma. No se puede juzgar a nadie por lo que haya ocurrido con terceras personas.

Francamente, es muy feo el vicio que tienen algunos de entrar y salir de la vida de la gente cuando a ellos se les antoja. Como que cuando estás a punto de olvidarles del todo, ala, vuelta a empezar, mareándo la perdiz hasta que te dan náuseas. O están o no están. Pobre futuro les auguro si todo lo hacen a medias...

Como es lunes, tenía ensayo. He dicho alguna vez que me domina el pánico minutos antes de salir al escenario? Mi mente queda en blanco y no me acuerdo de nada, aunque se me pasa rápido, y en cuanto suena la música todo vuelve a tener colores. Para no gustarme actuar, últimamente tenemos una agenda de lo más apretada. Por fin, después de más de siete años bailando, parece que ya no se le da importancia a que nuestro director de danza forme parte de mi familia y puede colocarme como primera figura sin miedo al qué dirán, lo cual hace que me sienta como un pavo real con el plumaje abierto. Eso es vanidad, no? Bien, ni siquiera yo he dicho nunca que sea perfecta. Excepcional si, para la perfección aún queda un poco.

Me despido con una perfecta ejecución y una letra que hoy no podía dejar de cantar

Azul, la mañana es azul
el sol, si le llamo, vendrá
se detendrá en mi voz
y hasta la eternidad
en su camino irá
hacia otro azul

Después, yo no sé
si hay después
si el sol volverá a despertar
¿por qué la canción
no ha de ser verdad?
¿por qué en Carnaval?

... Es que te busco yo
aunque no habrás de estar
y mentirá tu voz
en el azul

Cantará el corazón, la razón de vivir
cantará sin hablar, ni sentir.