dilluns, 3 de desembre del 2007

Chaos



Intentar obligarme a hacer algo es la forma más eficaz de conseguir justo lo contrario. Si por las buenas muchas veces ya es difícil convencerme, por las malas lo que obtendrás con toda seguridad será un "tururú".

Mi fondo de armario ha aumentado considerablemente con la visita a casa de Jordi y Laura. Para qué ir de compras si tengo amigas que me proporcionan más ropa de la que necesito? Es estupendo no tener que ir a tiendas, ni hacer colas, ni sablear la tarjeta.

Conducir por la Ronda del Litoral a las 7 de la madrugada con el frío que pega es como hacerte un lifting instantáneo. Cualquier reminiscencia de vodka que pudiera quedar desaparece a la que alcanzas los 80 k/h. Todavía no amanece, porque en esta época el sol está perezoso y su gallo particular también canta más tarde pero diviso a Venus, el lucero del alba, destacándose entre la bóveda celeste.

Una cuestión ante la que no sé como responder: Cuando alguien te dice "siempre es un placer tenerte al lado". Las alabanzas me descolocan, bien porque no estoy acostumbrada a recibirlas de forma totalmente espontánea o por el hecho de no compartir esa percepción sobre mi persona. Tengo problemas, como todo el mundo y soy única e irrepetible, como todo el mundo también. Y si alguno se empeña en ponerme en un pedestal rápidamente me encargo, a veces inconscientemente, a veces a propósito, de demostrarle que las estatuas son proclives a romperse en pedacitos microscópicos. Simplemente un ser humano constituído por huesos, visceras y piel; alguien con dudas trascendentales, como preguntarse dónde va a vivir dentro de año y medio cuando finalice el contrato de alquiler, porque si el aumento va en proporción al de hace tres años, no podrá permitirse el lujo de ver el mar a diario desde este balcón; alguien que se plantea vivir en una nave industrial o, porque no, en un velero (y a quien su padre le dice que deje de pensar en tonterías).

Muchas horas conversando, muchas horas analizando. Es normal que más pronto o más tarde, entre toda la pedrea, aparezca el gordo navideño transformado en pregunta crucial: -Y tú, qué buscas?- He ahí la cuestión. No tengo sueños de grandeza, no anhelo piso propio, ni coche nuevo, ni dinero para viajar a lugares paradisiacos. No quiero perpetuarme en nadie, ni la eterna juventud, ni premios o reconocimientos sociales. No espero al príncipe azul ni a la rana Gustavo.

Que qué es lo que busco? Posiblemente a tí, pero tampoco lo tengo muy claro.

De momento, me conformaré con buscar el bolso/mochila de Jack, que se me ha perdido. Tal vez en el ínterin me encuentre a mí...





No puedo evitar las comparaciones