El otro lado de la cama

Estado de hoy: plou i fa sol, les bruixes es pentinen

Darle la vuelta a un colchón de látex que pesa lo suyo es tarea difícil cuando lo tienes que hacer solo. Da la sensación de ser un cubo de rubik. Vuelta y giro de 80º. Ya de paso, me he trasladado al lado izquierdo de la cama y estoy pensando en sacar el primer nórdico del armario (que no, que ya he dicho anteriormente que no son mozos escandinavos), porque paso un frío de la leche. Si, si, soy rara...

Por qué no hay nadie que quiera ir a ver "Mapa de los sonidos de Tokio"?

Será que tampoco tengo criterio cinematográfico? Ayer vi Distrito 9. No, no fui al cine y, después de verla, me felicité por no haberme gastado ni un € en pagar la entrada. La calidad de la copia era perfecta, lo que no lo fue tanto fue la película en sí. Pero todo el mundo dice que va a convertirse en un film de culto, que si es muy buena y bla, bla, bla. Otra vez mis rarezas...

Le he echado un vistazo a la programación para las fiestas de la Mercè y ya me he puesto de mala ostia. Toda una semana de noches del Ramadán! Así cómo diablos vamos a hacer que se integren, grumpfff arrrgssss qqfrrrkk (que significa mecagoentodoloquesemenea, así, dicho sin respirar) , si les montamos su propia fiesta dentro de la fiesta mayor de la ciudad y en perjuicio de nuestros grupos?! coño, que aprendan a bailar sardanas! Aquí, no es que sea rara, sino que no me callo...

Me encanta la lluvia, bastante menos cuando tengo que ir en moto, la ronda del litoral está inundada y llego con los pies rojos (sin ser ni hacer el indio) debido al tinte de los zapatos. Pero se me ha pasado todo cuando de vuelta a casa he visto un magnífico arcoiris que no sé si tendría una olla de monedas al final, porque acababa allá en el horizonte, pasando por encima de la T1 y no me apetecía tirarme al mar para comprobarlo.



...El ruido proviene del balcón. Se ha posado en la barandilla, esperando. Me sigue con la mirada mientras, paso a paso, me dirijo hacia ella. Sus ojos me cautivan, me hipnotizan. Extiende sus alas despacio, ofreciéndome el refugio que sabe necesito. Su abrazo es cálido y suave. La nostalgia es tan apabullante que me derrumbo en su pecho. Me acaricia el pelo, tranquilizándome, mientras susurra algo incomprensible. Casi con aprensión, perfilo su cara con mis manos para cerciorarme de que es real, que está a mi lado. Contemplamos la tormenta en silencio. No hacen falta las palabras, basta con saber que miramos el mismo espacio.

Despierto al amanecer y al frío. Y mi gárgola sigue ahí a mi lado, en el balcón, aunque estática, pétrea. Ha venido para quedarse, éste es su lugar. Solo tengo que esperar a que anochezca...