dilluns, 5 de juliol del 2010

Bilbao II

La Vidriera de la Estación de Abando

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Fachada de la estación de FEVE Bilbao- Santander

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Aquí tuve una revelación mística y me dio por imaginar que era esa lata, navegando a la deriva...

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Puente del arenal

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Teatro Arriaga

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La menda, que es como las cabritas, divisó en lontananza un cucurucho y claro, tenía que empeñarse en ir a ver qué era.

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Mi guía turístico, que demostró una paciencia de santo Job durante mi estancia, tuvo a bien satisfacer mi capricho de subir hasta allí.
Begoñako ama. Patrona de Bilbao

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Si no fuera porque no hay mar, habría jurado que estaba en Poblenou!

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Y con un poco de imaginación y un mucho de teletransportación, en Montmartre

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Eguskilore (símbolo solar). Y discusión bizantina sobre el lauburu, que confundí con un triskel :D

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Después del sol de la mañana, el tiempo fue empeorando hasta que cayó el tercer o cuarto diluvio universal. Por suerte, teníamos a mano los soportales de calle de la Ribera, donde quedé embobada, cual "pixapins", con las pinturas del techo

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Cada soportal con un motivo distinto

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Para mí, el mejor

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Si no fuera por el suelo mojado y la cantidad de gente que se refugiaba, lo mismo que nosotros, me habría tirado cual colilla para tener unas mejores perspectivas

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Y de ahí, al bar de "La Hierbas", un local con decoración de clase de parvulitos (con mesas y sillas del mismo tamaño y colores pintureros) y una camarera de lo más power flower. No sé qué tomaba esa mujer, por si acaso yo me decanté por el te de fresas con nata, mientras ella se preocupaba de que todo estuviera perfecto, porque estrenaba tetera...

Seguimos deambulando por las calles de Bilbao, pero después de llevar unas 7 horas andando mi cuerpo se negaba a seguir, así que se impuso otra parada, esta vez en un bar donde una de las cuadrillas que trabajaron en el Gug, dejaron sus cascos como recuerdo al finalizar la obra.

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De vuelta a Barakaldo una pizza de encargo, un Southern Comfort, mi presentación oficial a Sira, Nugui y Tristán, que se permitió la osadía de pegarme un bufido y a casita, que la mañana siguiente estaba destinada a San Sebastián.