El jardín de la alegría

Y aquí estoy, sin poder dormir, cuando dentro de dos horas debería estar levantándome para acompañar a mis amigos al aeropuerto. Ni siquiera la lectura del VI canto del infierno dantesco me ayuda a conseguir el reposo.

Dos nuevas aficiones me entretienen en esos ratos ociosos de los que dispongo más o menos con cierta asiduidad: uno de ellos es el cultivo de plantas, aunque declaro que no se verán geranios, claveles ni rosales en mi balcón, sino algo mucho más "verde" y, porque no, medicinal. De la familia de las cannabáceae de toda la vida, vamos.

Mi otra afición no está directamente relacionada con el cultivo, al menos por el momento, pero a la larga (dentro de unos meses) le estaré agradecida a mi economía sumergida por haberme obligado a dejar de comprar paquetes de tabaco y empezar con el de líar, el papel y las boquillas. Empecé confeccionando unos cigarrillos perfectos con máquina, pero no tiene ninguna gracia tanta perfección, así que ya voy a todas partes con mis bártulos y, un poco torpe al principio, voy mejorando con los días. Mucho más barato lo es, aunque queda de un poco femenino...

Una de las particularidades de mi signo, el cangrejo, es que, cuando nos hieren (y es más bien fácil) actuamos de igual forma que nuestros congéneres de la playa; nos metemos en el caparazón y no hay forma de hacernos salir. La única forma de que volvamos a desplazarnos por la arena es tratándonos con mucho mimo.

Hace años que Eva y yo cantamos una canción que dice:

Por qué eres así?

Por qué no cambiarás?

con tus ideas te destrozarás

... Algún día tu pedirás y gritarás

ayudadme, ayudadme

pero nadie tus súplicas oirá

porque saben

que no les diste un poco de amistad...

No recuerdo de quién es, y por mucho que he buscado en la red, no aparece. Mi sino es la eterna búsqueda de las cosas imposibles.